Derribados, pero no destruidos.

Lizeth Liñan

8/30/20242 min read

Estamos atribulados por un diagnóstico, pero no desesperados. Perseguidos por especialistas, exámenes, terapias, tratamientos, mas no desamparados; derribados ante la sociedad, pero JAMAS DETRUIDOS.

Cuando llega a nuestra vida un diagnóstico ya sea de nuestros hijos o de nosotros mismos, se siente como si acabaras de recibir un gran estremezón. Casi que sentimos que jamás seremos los mismos y ni nos interesa el mundo alrededor, solo sumergirnos en ese diagnóstico que sin duda genera un shock emocional.

Pasan los meses y empezamos a acomodarnos a este torbellino, abrazando ideas sin esperanza y viviendo un día a vez, un poco resignados y algo decepcionados de lo que nos ha tocado vivir.

Nuestra mente a veces se convierte en nuestra más grande enemiga al no lograr controlar pensamientos de desesperación y angustia. En nuestra mente liberamos una batalla campal contra todos los temores juntos y empoderados por lo que nos dicen los especialistas y el Dr. Google.

Debemos ser bastante astutos para adelantarnos a los hechos y estar preparados para todo tipo de ataque que pueden desestabilizarnos.

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos. y conoceréis la verdad, y la verdad los hará libres”. Juan 8:31-32.

Algunos puntos claves en este pasaje:

- Solo los que permanecen en la palabra de Dios son los verdaderos discípulos.

- Solo los discípulos son los que logran conocer de verdad la palabra de Dios.

- Solo la palabra de Dios es lo que nos puede dar libertad en nuestros pensamientos y de pecados. Contrarrestando cada pensamiento de temor y empoderando a nuestra mente a creer más en la palabra de Dios.

¡No tenemos opción! En las palabras encontramos herramientas precisas para aquello que atravesamos y que al conocerlas y crearlas podremos vivir ciegamente confiando en Él y sus planes.

¿Derribados? Si.

A nadie le gusta sentirse derribado, pero a veces es el mejor estado para fortalecerse.

Algunas personas mal intencionadas pueden cuestionar tu condición o la condición de tu hijo. Es evidente la situación, todos lo notan y no podremos ocultar por mucho tiempo lo que nos ha pasado. Pero también existe una verdad que no permitirá que un diagnóstico nos detenga. No serás destruido.

En mi experiencia personal entre más concentrada me encuentro con la palabra de Dios menos derribada estoy y menos atención le coloco a los sentimientos que pueden ser engañosos muchas veces y hacernos incluso colocarnos en situaciones en donde realmente no estamos. Debemos ser conscientes de la realidad, pero sin perder la noción de las bondades de Dios en nuestras familias a través de nuestros hijos.

¿Destruidos? No.

No me destruirá ni la peor condición de esta vida porque mi esperanza esta puesta en la Roca que es Jesús. Aunque caiga mi fe a veces, Él no me suelta y precisamente usa a nuestros hijos todo el tiempo para moldear nuestro carácter y enseñarnos de su justicia, soberanía, amor, misericordia y un sin número de conceptos que a Él lo definen y que tendremos que ir descubriendo a medida que nos interesemos en comprender el propósito de nuestros hijos en nuestras familias. Literalmente nos toca desaprender muchas cosas que no encajan con la providencia de Dios.

Solo derribados podemos levantar nuestro rostro al Señor, despojarnos de tantas cargas sociales tan innecesarias y rendirnos confiadamente a sus preceptos y voluntad para nosotros.

Su buena, agradable y perfecta voluntad en nuestra vida y en la de nuestros hijos, no será destruida.